Análisis: por Marcelo Torrez

Una grieta que se agranda entre Pérez y Ciurca amenaza aún más las chances de un oficialismo maltrecho para octubre

El primero y segundo hombre de importancia de la provincia, en guerra por el resultado electoral adverso. El Chueco y su incidencia en lo que viene. Las críticas a la campaña que diseñó Correa, un hombre de Gestar, cercano a Mazzón. Los radicales esperan, confiados. Van por más. Inflación, seguridad, educación, empleo le darán volumen al discurso. Cobos y su aventura presidencialista. Cornejo espera su turno por la provincia.

Con un radicalismo fuerte y tonificado, que viene de ganar de la mano de Julio Cobos –y que presiona sobre las heridas más dolorosas que sufre el peronismo gobernante en  Mendoza, con un rosario de demandas sociales que golpean duro a los sectores medios y que están fuera de agenda–, el oficialismo se retuerce internamente. Y por más esfuerzos que haga por despejar dudas hacia fuera, lo que prevalece puertas adentro es más de un pase de factura entre los máximos responsables de la provincia: el gobernador Francisco Pérez y el vice Carlos Ciurca.

Hay muy pocas cosas que andan bien entre Pérez y Ciurca. La derrota electoral se digiere despacio, amargamente y con demasiado rencor que ni uno ni otro de los bandos en pugna pueden detener. Primero el lunes, con la reunión de intendentes con el gobernador y luego el martes por la noche, con la nueva mesa chica que conformó el peronismo para recomponer las filas de cara a la batalla legislativa de octubre, el elenco de gobierno protagoniza un enfrentamiento dentro de una jaula en la que las reglas casi no existen. Se esconden, se maquillan, se disimulan. Pero ahí están.

El cuarto piso de la Casa de Gobierno ha sido la usina desde donde han salido las más duras críticas contra el vice y su poderosa línea interna, La Corriente. A él, como líder que ganó la interna peronista antes de las PASO, se le adjudica el armado de la estrategia que los llevó a ser derrotados de la forma en que lo fueron por la UCR de Cobos. Desde ese piso, también, se le ha disparado al creativo y publicista que acercó Ciurca para la campaña, Guillermo Giaquinta, lo que lo ha dejado a un costado del camino en el armado de lo que viene. ¿Y qué es lo que viene? Una fuerte presencia de los intendentes en el territorio pidiendo el voto a sus vecinos para que apoyen a los candidatos a concejales y legisladores provinciales. La idea es salvar lo que se pueda y en el mejor de los casos alcanzar los 30 puntos en la elección final para ganar un diputado nacional más y mantener lo que se tiene en la Legislatura.

La indignación de quienes sobreviven alrededor de la figura de Pérez, sumando al sector Azul, viene por el lado de las acusaciones que se originaron en el entorno de Ciurca contra los caciques azules Jorge Omar Giménez (San Martín) y Alejandro Bermejo (Maipú). A ellos se les imputó que no habían puesto lo que tenían que poner para ayudar a los candidatos Abraham y Félix. Además se sumó una aseveración flamígera que apuntó a que en Lavalle el oficialismo municipal había trabajado en favor de Daniel Cassia en vez de hacerlo a favor de la fórmula partidaria, devino en un hecho que volvió loco a más de uno y que le fue atribuida a La Corriente en los conciliábulos que se hicieron tras la derrota.

Desde el ciurquismo, sin embargo, la pasividad es lo que menos existe. Desde allí contraatacan con lo que tienen contra los lugartenientes de Pérez y los dirigentes azules. Y también contra Juan Carlos el Chueco Mazzón, desde ya, el histórico operador que presidió el martes la reunión de aquella nueva mesa chica que se ha conformado y que completan Pérez, el propio Ciurca, los candidatos Abraham y Félix y el senador mazzonista, Adolfo Bermejo, ausente con aviso de ese cónclave de mitad de semana.

La Corriente sostiene que está lejos de ser la responsable de la caída. Y va contra la intromisión de la fundación Gestar, un ámbito de estudio y análisis político que preside Mauricio Mazzón, el hijo del Chueco y que acercó a Mendoza al creativo Javier Correa Cano que llegó munido de dos cosas importantes: el financiamiento nacional para fortalecer la campaña de las PASO y los spot de Cristina a los que se les adosó la imagen de Abraham y Félix. Giaquinta, dicen cercanos a Ciurca, “no fue el estratega comunicacional, sino el que impulsó las famosas diez leyes de Abraham, que nunca se hicieron conocer como pretendíamos, porque todo se circunscribió a lo hecho por Correa y Gestar”.

El peronismo, de todas maneras, ha conseguido ante el terror de perderlo todo, sacar dos o tres conclusiones y ponerse de acuerdo para trabajar en ese sentido con la mira en octubre. Esto es, hacer permanecer a los candidatos el mayor tiempo posible militando en las intendencias de origen. En Guaymallén, por caso, Alejandro Abraham se encamina a rescatar lo más que pueda de los 20 mil votos que ha perdido jugando de local, por caso. Lo propio en San Rafael con Félix, aunque el sureño ha podido mostrar una victoria por muy poco, pero victoria al fin. También la campaña se concentrará en dos regiones clave: Godoy Cruz y Capital. En ambas, la diferencia con Cobos superó los 30 puntos de diferencia. Ayer mismo comenzaban las reuniones chicas para dar instrucciones a lo que se viene en esos territorios. En Godoy Cruz se reunían al mediodía Ciurca, Bermejo, los dos principales candidatos a concejales y la titular del partido en la comuna para delinear un plan de acción.

Por el lado del radicalismo la novedad ha surgido tras el congreso partidario que no hizo otra cosa que ampliar la convocatoria a otras fuerzas invitando a que se suban a lo que hoy es el carro de la victoria. Para qué hacer cambios, se dicen internamente Cobos, Alfredo Cornejo y el resto de los intendentes radicales, luego del 11 de agosto. Aspiran a ampliar la base de votantes que le dio el triunfo al ex gobernador y ex vicepresidente. Llegar a 50 por ciento de los votos es una de las metas, de los 44 alcanzados en las PASO. Ese resultado le aseguraría a la UCR quedar al filo de la mayoría en ambas cámaras, obligando al gobierno de Pérez a buscar acuerdos y consensos para las políticas más duras hasta el fin de su mandato.

La UCR se ha propuesto torcerle la agenda al oficialismo e imponer la discusión sobre los temas de fondo que son, dicen convencidos por el resultado electoral, los de siempre: la seguridad, la baja calidad educativa, la inflación, el empleo, las dificultades que viene sufriendo la economía mendocina en cuanto a competitividad y el tipo de cambio. “Somos los únicos que estamos hablando de los temas de fondo y en serio”, relatan los radicales que vienen de ganar.

Una vez que pase octubre y salvo que medie una catástrofe política para el primer partido opositor, comenzará a develarse la lucha por definir el candidato a la gobernación. En la intimidad, Cobos le ha asegurado a Cornejo que no buscará volver al ruedo por la provincia en el 2015, sino que avanzará en la carrera por la presidencia. Cobos sabe que no será fácil y que el radicalismo a nivel nacional no es visto, hoy, como una opción de gobierno como sucede en Mendoza. Además se encontrará, seguramente, con más de un dirigente radical que le pondrá palos enormes en las ruedas para impedir su avance a la candidatura presidencial. El mensaje de Cobos, por eso, apunta a alianzas y a consolidar un frente de centro izquierda para la lucha. Sabe lo que se le viene encima.

Pero también, Cobos, ha analizado que una aventura para volver por la provincia, a la que muchos cercanos lo tientan, no será ni parecido a lo que vivió entre el 2003 y 2007, con Kirchner en la presidencia y con un país que comenzaba a crecer a tasas chinas. Un escenario diametralmente opuesto al que se avecina para el 2015. Por eso Cornejo espera tranquilo que le caiga encima, de madura nomás, la candidatura que dejó en manos de Iglesias en el 2011. Aunque le hayan surgido dos competidores de peso internamente: Laura Montero y Enrique Vaquié. “Son buenos, claro… ¿pero quién puede negar el equipo técnico y político que tenemos en Godoy Cruz preparándonos para gobernar?”, asegura un dirigente cercano al propio Cornejo, tranquilo, tomando un café frente a la plaza.

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