Columna política

Chicanas, chanzas y promesas, tras el reciente encuentro de Cornejo con Kicillof

En las primeras horas del fin de semana, y luego de retornar de algunos días de vacaciones, Alfredo Cornejo, el gobernador electo, retomará con rienda corta el control de su gobierno virtual, el que ya viene diseñando y ejecutando desde que se impuso en las elecciones, y de los –por el momento– enigmáticos primeros colaboradores que tiene en vista para conformar su próximo gabinete, el real, para sumergirse de lleno en los espinosos asuntos financieros por los que transita la provincia.

Antes de su retiro de descanso voluntario, Cornejo dejó más o menos encauzadas algunas gestiones que en persona había encabezado con algunas de la primeras espadas de la administración nacional de Cristina Fernández, entre ellas con la que representa el niño mimado de la presidenta quien le maneja economía nacional y el estado diario de la Tesorería, Axel Kicillof, además de dos o tres encuentros con otros ministros cuyos nombres se han guardado bajo siete llaves, como la reunión que mantuvo, aún más en reserva, con funcionarios del Banco Nación y miembros de su directorio con quienes viene evaluando los detalles del contrato de agente financiero que une a la entidad con la provincia, su renegociación y por sobre todo, con el posible salvataje financiero que el Nación le daría a Mendoza para ordenar las cuentas desde el inicio mismo de la nueva gestión que arranca el 10 de diciembre.

El silencio de Cornejo en Mendoza llama la atención de muchos. Se puede decir que mucho más la del propio radicalismo, en especial la de los dirigentes, legisladores e intendentes que advierten que en la superficie nada se mueve, y nada se sabe, alrededor del electo gobernador. Los más interesados, claro está, se inquietan porque Cornejo no ha dado ninguna señal de quiénes serán los hombres y mujeres de los que se valdrá para conformar el equipo de gobierno. Y sospechan, desde ya, que el todavía intendente de Godoy Cruz mantiene reuniones y encuentros en la más estricta reserva con “tapados”, especialistas y representantes de diversos sectores, a quienes tienta con convertirlos en los eslabones de su gabinete.

Preocupa, entre otras cosas, que Cornejo sólo parezca interesado en la cuestión financiera, tema que los desvela, le quita el sueño y le hace gastar horas y horas del día buscando atajos para llegar más rápido y de manera menos tortuosa a las soluciones que necesitará para desatar el endemoniado enredo con el que se encontrará.

“Todo lo demás puede esperar”, dicen cerca de Cornejo en cuanto a la preocupación de algunos sobre la falta de señales, dando a entender que para todo lo demás hay resto y tiempo y que sin las cuentas equilibradas o sin un horizonte más o menos claro de toda la cuestión financiera ninguna idea o proyecto magistral desde lo económico, desde el mismo y sensible asunto de la seguridad o hasta el de la salud pública no tendrá asegurado el éxito si su gobierno no puede pagar los sueldos de los empleados públicos o fondear el resto de la maquinaria estatal.

No sólo el estilo introvertido e intrigante de Cornejo, sino también el propio peronismo han hecho difícil las cosas en el tortuoso camino de la de la transición hacia el traspaso de poder. La derrota de junio sumió a la dirigencia oficialista en un mar de incertidumbre por el futuro de cada uno de ellos. Y todos se concentraron en la elección nacional para evitar otra catástrofe política, para el peronismo y para cada uno de ellos en particular, ante una eventual derrota de Daniel Scioli en la provincia. El desbande se profundizó con la muerte del viejo zorro del armado pejotista Juan Carlos Chueco Mazzón. “Ahí están y ahí van los huérfanos de Mazzón”, se dice del ramillete de dirigentes mendocinos que más lejos o más cerca del líder azul siempre pasaban por las oficinas que ocupaba primero en la Casa Rosada y luego en la sede del BAPRO, también en la capital del país. Mazzón, con mayor o menor éxito, siempre cuadraba y ordenaba la tropa y el referente nacional los contenía. Su ausencia hoy hace mucho más tenebroso el futuro de quienes condujeron y dirigieron el peronismo de los últimos años en Mendoza.

De ahí que sin interlocutores, a excepción del propio Pérez con quien habla pero con quien no acuerda nada por el flaco poder político con que cuenta, Cornejo decidió avanzar por su cuenta concentrado casi exclusivamente en el tema financiero de la provincia. Pero apuntó a la presidencia y por eso se reunió con Kicillof en los últimos días, encuentro que resultó ser el más trascendente que ha protagonizado de los que han podido salir a la superficie. Al ministro de Economía nacional, el gobernador electo le describió sin atenuantes la situación mendocina. Junto con alguna chanzas y chicanas que aparecieron entre ambos durante el encuentro, Cornejo salió con la promesa de que la nación no dejará que se hunda la administración del radical en cuanto a lo que le corresponda. Kicillof le habló a Cornejo con la seguridad de los que lo hacen desde el convencimiento absoluto de la continuidad del proyecto nacional en caso de imponerse Scioli. Situación que se verá de acuerdo con la impronta del bonaerense, pero por las dudas el gobernador mendocino se aseguró cerrar ese frente.

La reunión con el titular de Economía le abrió las puertas a Cornejo para otros encuentros con miembros del gabinete de la presidenta que el propio Cornejo mantiene en reserva. Y en la misma línea se dieron las reuniones con parte del directorio del Banco Nación a quien el gobernador electo le pide un compromiso especial con la provincia por ser su agente financiero. Ese compromiso no es otro que el facilitarle el crédito necesario para hacer frente a las deudas que deja la administración de Pérez y prorratear el quebranto a varios años con tasas bajas.

En el entorno del próximo gobernador temen que de no llegarse a un acuerdo, incluso en el espinoso tema del presupuesto con los actuales funcionarios, es probable que en vez de 5.700 millones de pesos el nuevo gobierno tenga que afrontar un déficit de casi 10 mil millones, uniendo el 2015 con el primer año de gestión. “De ser así vamos a necesitar no sólo autorización para endeudarnos, sino una atención de la nación para salir a flote”, ha dicho uno de los hombres más cercanos a Cornejo en el tema financiero.

Con ese panorama por delante, lo que emerge como más claro es un posible acuerdo con Pérez por el presupuesto del 2016. Entre Cornejo y el gobernador que se prepara para finalizar su gestión han acordado esperar que termine el proceso electoral nacional para sentarse a negociar la pauta. En ese sentido se han puesto de acuerdo que en noviembre los técnicos de Cornejo se sentarán con los funcionarios de Pérez para elaborar la pauta de gastos del primer año de gestión de la alianza Cambia Mendoza. “Ese presupuesto se hará con las pautas de Cornejo”, dicen quienes han estado al tanto de ese mínimo pacto.

Y así se van pasando los días de cara al 10 de diciembre. Mientras eso ocurre, los gremios estatales no pierden tiempo y ya han lanzado con tono de advertencia: “Vamos a acompañar a Cornejo en lo que nos pida, lo vamos a ayudar, que cuente con nosotros, pero si asume echándonos la culpa del problema financiero le hemos mandado a decir que la provincia pasará una muy malas fiestas de fin de año”, según reveló a Medios Andinos Víctor Hugo Dagfal, el titular de SITEA, uno de los gremios del Estado provincial.


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