¿Recargado o conciliador? ¿qué Pérez irá a la Legislatura?

La semana política arranca con la expectativa del último discurso del gobernador Francisco Pérez ante la Asamblea Legislativa, el próximo viernes, 1 de mayo, Día del Trabajador y jornada clave de lucha de los gremios estatales que todavía no cierran los aumentos paritarios para el 2015.

En el equipo de asesores que acompañan a Pérez, se debate entre sugerirle un discurso de tono político, conciliador y con mensajes unívocos tanto al interior del justicialismo como al resto de la sociedad especulando que el mismo tenga un buen efecto de cara al examen electoral del 21 de junio; y otro más bien institucional descansando en lo que más le gusta al gobernador que heredó de su antecesor Celso Jaque, es decir una interminable lista de logros acumulados en tres años y medio de gestión mezclando grandes obras con pequeñas, muchas de ellas de dudosa comprobabilidad.

En ambos casos, Pérez usará su día, su último día frente a la Asamblea Legislativa antes de dejar el poder el 10 de diciembre para capitalizar el momento y sacarle el mayor jugo que pueda. Y es eso, precisamente, el impacto y las consecuencias que pueda tener su discurso en medio de la campaña electoral lo que le preocupa a la dirigencia peronista en su conjunto.

Porque si bien la estrategia del binomio Bermejo-Martínez Palau será acelerar todo lo que pueda para achicar la diferencia con Cambia Mendoza, del radical Alfredo Cornejo, recostado entre otras cosas en la gestión de gobierno provincial, así también pretenden que el gobernador sume, a la par de los protagonistas de la hora y no alejado del binomio de candidatos, ni adelante ni atrás, sino más bien a la par y haciendo la menor cantidad de olas posibles.

El tema del discurso de Pérez no es menor. Porque alrededor del mismo crecen las presiones de los sectores que hoy están molestos por las políticas del Ejecutivo, con aquellas que no se tomaron y con aquellas que al aplicarse no tuvieron el resultado esperado.

Los vitivinícolas, alguna parte del sector metalmecánico y los estatales, especialmente estos últimos, no dejarán pasar la oportunidad para hacer oír fuertes sus voces. Y todo ese barullo inestable y molesto repercutirá negativamente en el clima que el peronismo quiere instalar de aquí al 21 de junio: un ambiente de cierta calma que le permita rearmar su estrategia discursiva y de propuestas con el fin de seducir a aquellos electores que se les escaparon.

Lo de los estatales es un caso serio y reiterativo. Serio porque su falta de resolución impacta de lleno en la calidad de los servicios públicos, más allá del ánimo de los trabajadores. Porque la continuidad del conflicto con el sector salud lleva inevitablemente a hospitales y centros de salud cerrados, de paro o sin actividad por asambleas de empleados que dejan sin atención varias horas del día.

Ahora, la amenaza de Ampros y de ATE, los gremios que llevan adelante el reclamo, es la misma que existía un año atrás. Y por eso la protesta es reiterativa e interminable, porque lo que solicitan en la mesa paritaria, además de un aumento que al gobierno le cuesta un Perú garantizarla y otorgarla, tiene que ver con pases a planta y blanqueo de adicionales que engrosan su sueldo de bolsillo, pero que no suman al momento de calcular el retiro.

Ayer, el ministro de Gobierno, Rodolfo Lafalla, consultado por Sitio Andino sobre el conflicto, volvió a criticar la estrategia gremial como “extorsiva” por advertir que si no reciben lo que piden irán a la Legislatura a amargarle la Asamblea Legislativa a Pérez.

Sin embargo, los gremios saben muy bien lo que hacen y hasta dónde tiran de la cuerda. El año pasado, el por entonces Matías Roby, se había plantado e un aumento del orden del 30 por ciento con un tope de aumento de 5.500 pesos. Pero en la madrugada del 1 de mayo, cuando los gremialistas acampaban frente a la Legislatura, apareció en escena el vice Carlos Ciurca para destrabar la movilización eliminando los topes y cediendo a los pedidos. Entonces, por más que el gobierno tilde de extorsivas las amenazas, sus gritos no asustan y mucho menos ahora, a pocos días de las elecciones definitivas.

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