por Marcelo Torrez

El PJ ha visto sangre; pero ¿de quién?

El peronismo provincial, el mismo que gobierna la provincia desde ocho años atrás, el domingo pareció ver al mismísimo demonio cuando en algún momento del largo y tedioso escrutinio de las PASO provinciales –que por otro lado todavía no finaliza– se mantenía la diferencia de más de diez puntos que el frente Cambia Mendoza le iba sacando a su Frente para la Victoria.

Fueron momentos de puro nervio y tensión. Interminables minutos en donde los principales responsables de la derrota repasaban entre ellos la previa de las PASO preguntándose qué fue lo que falló y qué fue lo que faltó, al margen de lo ya sabido como la pelea con la nación que no les redituó en nada y el desdoblamiento electoral que los alejó del poco o mucho arrastre de Cristina y su evangelio. Por sobre todo, se cuestionaron la campaña, precisamente ellos, los campeones del mundo de la militancia activa y de la presencia en todos y cada unos de los pueblitos mendocinos y barriadas de los grandes centro urbanos.

El peronismo provincial se juramentó cambiar la historia. Los capitostes, golpeados y amoratados, por la dureza de los golpes recibidos, agradecieron, sin embargo, estar con vida. Y desde ayer mismo salieron a tocarse entre ellos, a decirse a sí mismos que un milagro los dejó con vida, porque una diferencia de más de 10 puntos con Cornejo hubiera desencadenado la hecatombe. Una hecatombe de la que no están a salvo, porque en dos meses más, lo que no sucedió el domingo pueda revelárseles en toda su dimensión, pero eso será otra historia.

“El peronismo ha visto la sangre”, se dicen entre sí los más conspicuos dirigentes. Los mismos que todavía están mareados y sumidos en el aturdimiento de una derrota que les ha hecho escapar, a dos o tres, los cargos a los que se habían auto-postulados de antemano. Allí están el gobernador quien ve que se le escabulle entre las manos la posibilidad de encabezar la lista de diputados nacionales y el intendente de Las Heras, quien antes de que comenzara el proceso de las PASO, mucho antes, cuando el peronismo se disponía a pelearse por el armado de las listas de postulantes, se vio con el derecho y privilegio de elegir qué hacer. Y lo que eligió resultó ser una cómoda y mullida banca en el Senado nacional que el domingo, tras el resultado general y particularmente el de Las Heras, se le corrió unos cuantos metros adelante.

Nada está dicho para el 21 de junio. El radical Alfredo Cornejo es quien más cerca se encuentra de la gloria. Pero la distancia que le sacó al peronismo no lo deja tranquilo. No se puede relajar un minuto. Y en el barajar y dar de nuevo para lo que viene, está obligado a no cometer errores, a manejar, controlar y dominar su temperamento de leche hervida y a bajar el copete. Un radical que ganó y ganó muy bien en su departamento, Mario Abed de Junín, ayer mismo le mandó un mensaje: “No hemos ganado nada todavía”. 

Pero Cornejo está sentado sobre el 44,6 por ciento de los votos convencido que lo que viene no es otra cosa que crecer, porque en verdad se pregunta por qué razón, quien lo votó el domingo, no vaya a ratificar su voto el 21 de junio. Y en parte quién puede contradecirlo. Pero no podrá descuidarse un segundo.

Desde ayer mismo, luego de haber visto las puertas del infierno, el peronismo se ha puesto a trabajar para salvarse. El gobernador lanzó que nunca sacó los pies del plato en alusión a la relación con el gobierno de Cristina; Bermejo volvió a manifestar que con el kirchnerismo está todo bien tanto es así que le dieron el honor de defender la reestatización de los trenes junto a Randazzo; Martínez Palau, su compañero de fórmula renunció al ministerio para meterse de lleno en la campaña y el vice Carlos Ciurca se pidió dos meses de licencia “para dedicarle 100 por ciento del tiempo a la campaña”, como gesto y compromiso con Las Heras, tal como lo afirmó en una carta.

Todos se movilizaron. Scioli, la carta brava del peronismo nacional, decidió poner todo para salvar Mendoza. No dijo que vendrá. Pero uno de sus voceros sostuvo que el peronismo nacional resolvió apoyar a Bermejo, unirse todos previo cambio de estrategia, porque empieza otra campaña. Por lo pronto, Scioli envía a Karina, a Karina Rabollini, la bella ex modelo y esposa del bonaerense, quien llega este jueves para hablar maravillas del proyecto de su esposo y de los peronistas mendocinos. Vieron sangre. Pero ahora hay que descubrir si no se trata de la sangre de un peronismo que comienza el domingo comenzó, o no, se verá, a desangrarse.


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