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La guerra de los nombramientos: el peronismo perdió un soldado, pero ganó dos batallas y en la próxima cantaría victoria

El fracaso del nombramiento de Miriam Gallardo propuesta por el peronismo para ser ministro de la Corte, no puede ser visto como un triunfo de la oposición.

El fracaso del nombramiento de Miriam Gallardo propuesta por el peronismo para ser ministro de la Corte, no puede ser visto como un triunfo de la oposición. Por varias razones: primero, porque fue producto de un error humano; segundo, porque quedó claro que los peronistas van a votar todos juntos cuando vuelvan a votar; tercero, porque el juego por ese cargo sólo está suspendido… y cuarto, porque de los tres nombramientos requeridos, el oficialismo ya logró dos.

Para que se entienda en pocas palabras lo que pasó con la votación secreta de Gallardo: una senadora oficialista, Carina Segovia, se equivocó al poner las bolillas en su correspondiente lugar; si lo hubiera hecho bien, el resultado hubiera sido 19 a 18 a favor de Miriam Gallardo.

Ciurca no lo podía creer. La legisladora malgastó su voto. Es un error, una simple equivocación. Pero se dio en un marco institucional que tenía un clima sumamente denso.

Días previos, la oposición había dicho que no quería a ninguno de los propuestos por el justicialismo; ni a Miriam Gallardo para la Corte, ni Fernando Simón como Fiscal de Estado ni a Ricardo Pettignano al Tribunal de Cuentas. Postura opositora que no tiene mucho de racional, sino demasiado de política pasional y electoralista que afecta la institucionalidad.

Como el peronismo está en plena etapa de Primarias Abiertas y con la sangre en el ojo desde las negociaciones que nunca llegaron a buen destino para armar una sola fórmula, se dispararon amenazas de falta de respaldo hasta minutos antes de la sesión.

Pero a la hora de la verdad, el peronismo iba a hacer lo de siempre: se iba a volver a unir. Y le alcanzaban los números para aprobar el nombramiento de los tres.

Hasta que vino la inexperta senadora Carina Segovia y le sirvió en bandeja la oportunidad a la oposición que ya la tenía perdida.

Lo dicho: ella, sin querer, hizo el gol en contra. Si hubiera marcado como correspondía la votación quedaba 19 a 18, a la inversa de como salió. Con lo que Gallardo hubiera sido aprobada para ser ministra de la Corte.

El reglamento da solución a estos problemas y dice que se puede volver a votar con un quorum donde era suficiente la presencia de la mitad más uno.

Pero ya la oposición, ni lerda ni perezosa, se había ido del recinto y en conferencia de prensa, no tuvieron un sincero gesto de espíritu de convivencia democrática, sino que en estos tiempos tan crispados, sacaron provecho de la situación.

¿Debieron volver al recinto para hacer la votación de nuevo? ¿Pudo haber sido? Pero la verdad es que la “suerte estaba echada”.

En política, cuando del poder se trata, nadie es caballero.

El oficialismo podría haber reclamado con más ahínco la nueva votación porque el artículo 208 del Reglamento Interno de la Honorable Cámara de Senadores dice: “Si se suscitaren dudas respecto del resultado de la votación, inmediatamente después de proclamada, cualquier senador podrá pedir rectificación, la que se practicará exclusivamente con los mismos Senadores que hubiesen tomado parte en aquella”.

Es más, tenía 20 senadores sentados en sus bancas cuando se fue la oposición, pero para preservar la institucionalidad de la provincia, decidieron no llevar adelante la reconsideración de la votación.

Pero la sesión venía ensuciada por el lodo de la campaña electoral, así que “seguir dándole de comer a las fieras” no era lo conveniente. Es mejor entregar un soldado que perder la guerra.

Adiós al nombramiento de Gallardo, sí. Pero igualmente el peronismo sigue con ventaja: al fin de cuentas, el martes se terminaron aprobados dos de los tres nominados, y así ya están listos para asumir en dos cargos tan clave como son la Fiscalía de Estado para Simón y el Tribunal de Cuentas para Pettignano.

Y, además, no todo está perdido. Porque el partido por el miembro que falta en la Corte sólo está suspendido. Hay que volver a jugarlo. Y ahí, cuando el oficialismo presente un nuevo nominado, contará con dos ventajas:

La primera es que se habrán terminado las Paso y, por ende, el internismo. 

Y la segunda es que todos los senadores oficialistas habrán practicado cómo se pone la bolilla.

El articulo 83 de la Constitución Provincial dice que después de rechazado un pliego, el gobernador “deberᔠenviar un nuevo postulante dentro de los 30 días siguientes. Es decir, tiene tiempo tiene hasta el 30 de abril para hacerlo.

En los próximos días se cerrará el marcador.

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