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Falleció el "Chiqui" Chiaradía

El recordado jugador de Deportivo Argentino y de la Selección Sanrafaelina de Fútbol murió este martes a los 55 años, en Santa Rosa, La Pampa.

El martes 11 de noviembre, a eso de las tres de la tarde expiró un personaje que, a su modo, hizo historia en San Rafael. Italo Ricardo, el “Chiqui”, Chiaradía, a los 55 años dejó de existir rodeado por sus afectos en su casa de Santa Rosa, La Pampa, víctima de una fulminante enfermedad que en pocos meses acabó con una existencia que deja tras de sí una huella indeleble de afecto y gratitud.

Dueño de un carisma excepcional, el “Chiqui” marcó desde niño su entorno bajo el influjo de su potente carácter y su simpática personalidad. La reacción que la noticia de su desaparición produjo en las redes sociales, es un mudo testimonio que sigue sorprendiendo día tras día, con mensajes pletóricos de melancolía e innumerables referencias a la alegría que sembró a cada paso de su vida, protagonizando infinitas anécdotas que siempre sirvieron para arrancar sonrisas por doquier y jamás le faltaron el respeto a nadie.

Debutó a los 15 años con la camiseta N° 3 en la primera de Deportivo Argentino, su querida “Academia”, marcando con sus virtudes personales y sus dotes técnicas como jugador su paso por el Futbol Sanrafaelino, en el que ocupa un lugar de preferencia en la memoria de los aficionados junto a glorias como el “Yali”, Néstor Víctor Olmedo, Oscar “Pelusa” Longo y el “Gringo” Isidoro Antonio Celuci en la Selección Sanrafaelina, o el “Pucho” González, el “Loco” Celdrán o Manuel “Manucho” Abt, estrellas de su querido “Depor”.

Mario Saromé, dijo de él que “No necesitó hacer las inferiores. Don Luis Rapini lo hizo debutar en la primera, después de haber jugado tres o cuatro partidos en la 6° división. Jugó con una personalidad impresionante, disputando pelotas con hombres que lo superaban en edad y experiencia y que muchas veces sucumbían frente a su endiablada habilidad o la firmeza de su temperamento. Jugaba de 4, pero podía cubrir las dos puntas y desde atrás, empujaba a todo el equipo hacia el área rival, ya fuera jugando un picado con los amigos, o frente a la selección de Rusia en el Malvinas Argentinas”.

El Chiqui fue protagonista de una página de gloria que pocos conocen del Futbol Sanrafaelino. “Alla por febrero de 1978, cuando se terminaba el veranito, vino la Selección Argentina, con el Flaco Menotti y Diego Armando Maradona, que por entonces estaba convocado y luego sería descartado por Menotti para el Mundial del 78. El partido se jugó en la cancha de Pedal y el Seleccionado Sanrafaelino ganó 1 a 0 con gol de Oscar, el “Loco” Alfaro”, relata Saromé, quien se regodea recordando “un caño increíble que el Pelusa Longo le tiró a Maradona” en aquél partido.

Alumno del Colegio San Rafael de los Hermanos Maristas, era estrella excluyente de las exhibiciones de gimnasia que presentaba el profesor Luis Enrique “Quique” Scalise, haciendo piruetas de toda índole que siempre despertaban admiración y arrancaban cálidos y generosos aplausos del público.

Esa natural habilidad y quizás también una callada admiración por aquél inolvidable profesor de gimnasia que marcó a generaciones de alumnos maristas, lo llevó a inscribirse en el INEF y graduarse en 1985 como profesor de gimnasia.

Por aquellos años, compartió estudios con Carlos Cipitelli, otro grande del deporte y dueño de un carisma tan poderoso como el del “Chiqui”.

No todo fue alegría en su vida. La desaparición de sus amados padres, que ocurrió con pocos años de diferencia entre una y otra, lo dejó en su temprana juventud al frente de una difícil situación que supo capear junto a sus seis hermanos sin que la sonrisa y la picardía que lo caracterizaron se perdiera en los meandros de sus desventuras.

Graduado como profesor de educación física en 1985, decidió continuar su camino en la provincia de La Pampa, eligiendo una escuela albergue para comenzar su carrera docente. Con el correr de los años conoció a Mariana, su fiel y amada compañera, con quien formó una familia que deja a Juliana, Elisa, Bautista, María Luz, Cristóbal y Lucía como sus vástagos, quienes no dejan de sorprenderse en estos días por las muestras de admiración, cariño y gratitud que la partida de su padre despierta en tanta gente.

Amigo fiel y leal, siempre se paró de frente a la vida y la encaró con mirada desafiante. La fortaleza de su espíritu no le impedía advertir la debilidad en otros, a quienes siempre brindaba su ayuda, sobre todo a quienes padecían por la adversidad.

El recuerdo del “Chiqui” Chiradía siempre estará ligado a una sonrisa, aunque en el momento de recordarlo, quienes lean estas líneas y hayan disfrutado de su amistad, dejarán correr alguna lágrima mientras el recuerdo de su inconfundible “chiflido” y alguna pícara anécdota, seguramente trocarán el sollozo por una tranquila sonrisa.

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